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La "excepcional" gestión del PPCV, 16 años después

El número total de parados a finales de 2011 ascendió a 641.300 en la Comunitat Valenciana. La tasa de paro se situó al cierre del año en el 25,45 %, solo superada por Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia, según la EPA de enero. Quintos por la cola en paro autonómico, y 2,60 puntos por encima de la media española.

Los recortes, subidas de impuestos y medidas implementadas desde que Alberto Fabra preside la Generalitat se nos muestran inútiles, y no enmiendan en absoluto la senda de despilfarro, déficit público, disminución de capacidad financiera gracias a la pérdida de las cajas de ahorros valencianas (y ahora de Banco de Valencia), y colocación de amiguetes y afiliados en empresas y administraciones públicas emprendida por Eduardo Zaplana y Francisco Camps.

El modelo de gestión económica del PPCV en la Comunitat Valenciana se revela como agotado, ineficaz, carente de recursos y podrido.

Gracias a la excelente gestión del PPCV nos gastamos 150 millones de euros y construimos un aeropuerto donde no vuela ni un solo avión.

Gracias a la excelente gestión del PPCV tenemos una televisión pública en quiebra, con una deuda acumulada de más de 1.300 millones de euros y que ha arruinado a todo el sector audiovisual valenciano porque no paga a sus proveedores.

Gracias a la genial gestión de Francisco Camps, Alberto Fabra y todos los adláteres que le siguen y jalean, el gobierno de Rajoy tuvo que adelantar dinero a la comunidad en diciembre para evitar su quiebra.

Gracias a la superlativa gestión del PPCV, a los valencianos no nos queda NI UNA entidad financiera de capital netamente valenciano, perdiendo la capacidad de ser nosotros mismos quienes financiemos nuestros grandes proyectos de inversión, y quedando a merced de la voluntad de Madrid y Barcelona a la hora de acometer dichos proyectos.

Gracias al PPCV y su excelente modelo educativo autonómico, somos líderes nacionales en fracaso escolar, y en nuestro sistema educativo el catalanismo campa a sus anchas, adoctrinando a nuestros escolares en las falacias del nacionalismo catalán.

Con el caso Emarsa, los valencianos hemos visto volar 40 millones de euros de nuestros impuestos; pero para colmo de males, la falta de pago a Hacienda ha provocado que nos impongan una multa de 17 millones de euros que pagaremos los valencianos de nuestros bolsillos.

Pero sí... una cosa es cierta: ahora Valencia aparece en los mapas. En los mapas de las regiones más corruptas de Europa.

Lo que nos hace llegar a una cruda conclusión: los valencianos votamos sin criterio. Cualquier consigna salida de las cabezas pensantes de la sede de la calle Quart, de la boca del Molt Honorable de turno o de Rita Barberá es creída y seguida a pies juntillas. Ahora es cuando deberíamos afirmar aquello de que "tenemos lo que nos merecemos". Pero no. Los valencianos no nos merecemos ésto. Somos una tierra amable, acogedora, emprendedora, pacífica y tolerante (quizás en exceso). Debemos ampliar nuestras miras y comenzar a revisar nuestra escala de valores y nuestros patrones de autoestima.

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