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Alegato a favor de las Normas del Puig

Los catalanistas han venido a romper con toda una tradición y una tendencia codificadora del valenciano legítima, propia, diferencial, histórica, valencianizadora... que llevaba una línea muy clara, muy adecuada, muy acertada y que estaba llegando a unas propuestas interesantísimas, hasta que en el año 1932 se produjo el primer atentado (bases de Castellón, que no "normas") contra la identidad de la lengua valenciana.

Las Normas de El Puig (propuesta valencianista de codificación respetuosa con la idiosincrasia y la tradición de la lengua valenciana) pretenden reconducir la ortografía valenciana hacia la tendencia natural que corresponde a nuestra lengua. Cuando aparecieron, la respuesta de la incipiente intelectualidad panca fue el insulto, la humillación, el descrédito, la defenestración de los ambientes intelectuales de sus defensores (condenándonos a la nadería) y, en contrapartida, la alternativa fue hace veintitantos años la introducción del catalán subnormaliTZado en los colegios (LUEV del PSPV), y más recientemente la oficialización de esta lengua de laboratorio a través de la creación de la "genial" Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL del PP).

Por todo esto tiene tanto sentido mantenerse firmes en la defensa de las Normas de El Puig, imagen emblemática del valencianismo no sólo lingüístico. Tendremos que ser puristas y reaccionarios y todo lo "cavernícolas" que haga falta en su favor, pues la ortografía se ha convertido así en instrumento de normativización y, a su vez, en asa de donde agarrarnos para defender la independencia (o identidad) de la lengua valenciana y, en consecuencia, todo lo que ello comporta: la defensa del sentimiento identitario "nacional - regional", del sentimiento de singularidad cultural, arropado por el sentimiento de entidad política (Valencia fue un Reino foral) y por el sentimiento de personalidad idiomática. Al menos, en el Colectius Signes así lo vemos, así lo sentimos, y así actuaremos con respecto a ello.

En las tesis pancatalanistas hay excesiva mala fe, buena cosa de contenido maquiavélico, tendencioso y malintencionado. Basan toda su teoría insistiendo en los argumentos históricos y de procedencia filogenética, argumentos que en ningún momento dejan de ser simples hipótesis basadas normalmente en la manipulación (cuando no destrucción) de la documentación existente, obviando otros elementos o factores y tergiversando u ocultando la información, como reiteradamente se ha venido denunciando ante la mirada impasible de la "romanística internacional" y con resultados fallidos.

Ante tantos atropellos, al Valencianismo (desprovisto de medios de difusión), sólo le queda ser fiel y constante en su defensa de la lengua a través de la negativa a ceder ni un solo palmo de la codificación de nuestra lengua.

Valencia no es un país independiente (ni el sentir popular generalizado lo pretende), pero tampoco la independencia es requisito indispensable para que una lengua tenga su estatus y sea objeto de protección y de proyección. Somos oficialmente una comunidad autónoma y, aunque el estatuto NO nos lo reconozca, somos, se quiera o no, una comunidad histórica con una cultura propia, una lengua propia, una historia propia y una literatura como pocas desde nuestro Siglo de Oro (primera lengua latina en tener un Siglo de Oro).

Cuando una forma lingüística exterior se impone a expensas de las formas locales, de manera que el Valenciano, si no era un dialecto del catalán, de seguir por este camino de manipulación y engaño a todos los niveles, acabará siéndolo. Nadie puede negar que se nos están imponiendo un enorme ingente de formas y palabros que terminarán por sustituir (porque ése es su objetivo, la sustitución simultánea de idioma y cultura) a las autóctonas hasta dialectalizar definitivamente el Valenciano.

Por ello es tan peligroso el fenómeno pancatalanista con su presencia en los medios de comunicación, los colegios, las universidades y la administración: porque conduce invariablemente hacia un debilitamiento de nuestra lengua autóctona, pues el proceso de descomposición cultural al cual pretenden someternos lleva en último término a la eliminación de las formas de hablar particulares: el exterminio de la Lengua Valenciana.

La propalación de la falacia de que el Valenciano es un dialecto del catalán no viene motivada tanto porque el Valenciano realmente proceda de esta lengua, ni porque fuéramos repoblados por treinta millones de catalanes, ni porque sean dos lenguas parecidas, ni porque nos entendamos cuando hablamos, sino porque así lo han decidido nuestros acomplejados políticos (primero PSOE, después PP), y porque este concepto forma parte del proyecto último de constituir una Cataluña grande bajo la denominación de "Països Catalans" sustentados a la fuerza inicialmente por los lazos de una supuesta unidad lingüística. Después vendrán los vínculos culturales, después los geográficos, los políticos...

Creemos que está muy claro que no hay nada de "inocencia" ni de "honestidad" en la teoría pancatalanista.

Por todo ello, reivindiquemos más que nunca nuestra VALENCIANIDAD, nuestras señas de identidad, nuestro singular idioma único e independiente, y sobre todo, la normativa que recoge toda la tradición literaria de NUESTROS autores clásicos y del habla viva y aún no corrompida del pueblo que la utiliza: LAS NORMAS DE EL PUIG.

4 comentaris:

La ignorància és l'única malaltia que es cura llegint, ánim blaveros ja sabeu el que teniu que fer

jajajaj eso eso defendamos el valenciano hablando castellano¡¡¡¡¡
Señores porfavor diganme ¿que pensarian ustedes si el presidente de españa no hablara castellano? pues eso....

L'atre dia el meu chiquet de sis anys me preguntà: ¿Papà, per qué mos ensenyen en el cole totes eixes paraules rares?.¿Per qué no mos parlen en valencià?.....

Que algú dels catalanistes me conteste, per favor.

Los valencianos por la reconquista descienden primeramente de los aragoneses, después de los navarros, después de los catalanes y después de los castellanos. EL VALENCIANO ES UNA LENGUA DISTINTA DEL CATALÁN.

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