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Desmontando el catalanismo: "Las jarchas, lo que les molesta a los catalanistas", por Baltasar Bueno

Jarchas valencianas

Las jarchas son parte de una tradición románica común constitutivas de la base de la moaxaja y del mismo zéjel, refelejan una canción tradicional y popular hispano-musulmana”, explica el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Mourelle de Lema.

Las jarchas estaban en los poemas árabes y hebreos de los siglos XI y XII. En estas estrofas poéticas sus versos finales aparecen en romance, el latín evolucionado que sobrevivió a la dominación árabe.

“Los versos de las jarchas estaban tomados de poesías populares preexistentes en romance, que constituyeron la base métrica y musical sobre la que se construyó la moaxaja árabe”, prosigue Mourelle.

La totalidad de las jarchas hoy conocidas proceden de moaxajas compuestas entre los años 1000 a 1150. Los valencianos podemos alardear de ellas, pues contamos con autores musulmanes y hebreos, que compusieron jarchas, cancioncillas de amor. Por el contrario, los catalanes no tienen ni un solo caso, que se conozca, hasta el momento.

Entre los poetas valenciano- musulmanes que utilizaban las jarchas están Ibn al Labbaba, de Dénia; Ibn Labbun, señor de Murviedro; o Ibn Ruhaim, de Bocairent. En ellos se puede leer estas jarchas, escritas en árabe, y cómo acababan en versos escritos en romance, el latín evolucionado y corrompido de los romanos, que a la larga se convertiría en nuestro actual valenciano.

Totum continuum
Un valenciano, el de hoy, que se remonta al latín de la colonización romana de nuestro territorio, y que -en palabras del profesor Gómez Bayarri- no es otra cosa que un ‘totum continuum’, desde entonces a nuestros días, enriquecido por diversas y profundas aportaciones lingüísticas de otros idiomas, fundamentalmente árabes.

Un latín que sufrió una ralentización en su evolución y desarrollo, por la fuerte arabización, pero que nunca desapareció, no quedó exterminado, como afirma Manuel Sanchis Guarner, al que todos los catalanistas le siguen ciegos y a pies juntillas, sin rechistar ni analizar críticamente sus teorías.

Guarner, más o menos, vino a decir que aquí llegaron a última hora de la ocupación árabe tribus muy violentas y acabaron con todos los mozárabes, y con ellos con su lengua romance, por lo que se interrumpió la cadena lingüística latina y se produjo un vacío idiomático autóctono. Que es lo mismo que decir que pasaron a cuchillo, como conejos silvestres, a todos los valencianos que tenían DNI árabe ni certificado de sangre musulmana.

Este cuento de ciencia ficción made in Sanchis Guarner se ha convertido en dogma de fe incuestionable para los catalanistas, dado que es la única manera de cuadrar, a martillazos con la historia, claro, que lo que hablamos aquí no es fruto del latín de los romanos, pasado por el tamiz de tantos siglos de historia, sino una lengua ‘ex novo’, una lengua de conquista, que nos trajeron los cuatro soldados analfabetos catalanes que iban con Jaime I, los cuales culturización en un plis-plas el Reino de Valencia, sin Canal 9 ni AVL que les ayudara.

Profesores ‘supermanes’ debieron ser aquellos aventureros o los nuestros alumnos muy aventajados para, en apenas pasados doscientos años de la conquista, aquí, en Valencia y Gandia, teníamos ya un porrón de escritores que conformaron el Siglo de Oro de la Lengua y Literatura Valencianas. Que se sepa, los catalanes siguen sin tener su Siglo de Oro, por lo que se ven obligados a tomárnoslo prestado.
Les quería contar estas cosas, porque aquí es donde está la madre del cordero. No hay otra manera de vender la cabra de que hablamos catalán que predicar que porque nos lo trajeron los catalanes.

Fulminan de un plumazo toda la historia de Valencia y su Reino, y la de su lengua, hasta 1238. Y no sólo lo están haciendo los catalanistas de devoción y fe, también los tontos útiles que les siguen el juego y les ríen las gracias, porque creen que así quedan más “modelnos y chulis”.

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