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El catalanismo, sin subvenciones, se ahoga lentamente

A veces vemos señales que invitan a ilusionarse con un futuro libre de pancatalanismo en la Comunitat Valenciana. Señales que dejan de manifiesto la caducidad y el escaso calado social que genera esta infausta moda cuya vigencia se prolonga ya demasiado entre nuestra sociedad.

Al "falso" cierre por denuncia del Consell de los repetidores de TV3, titularidad de la Acció Cultural del sr. Climent, le sigue ahora una circunstancia del todo favorable para la desaparición, o al menos merma, del entramado asociativo y empresarial del capo del filocatalanismo en el Reino de Valencia: acarrear con la multa de 600.000 euros que le impone el Consell por haber estado emitiendo ilegalmente. La incapacidad de Climent para recaudar la cantidad necesaria para cubrir la sanción me hace pensar en una manifiesta desafección de los colectivos del "búnker barretina" cuando se trata de rascarse el bolsillo por la causa.

En días recientes aparecía en prensa la noticia del cierre de los cines UGC Cine Citté en Espai Campanar de Valencia. Estos cines apostaron claramente por el cine en "valenciano", y gracias a las subvenciones y colaboraciones recibidas principalmente del "Servei de Promoció Lingüística" de la Universitat de Valencia, y ofrecían ciclos y películas dobladas en su mayoría en perfecto barceloní. La entrada tenía el irrisorio precio de 3 euros. Y presentando el carnet universitario, la entrada era totalmente gratuita. Pues ni con ésas... la inviabilidad empresarial del proyecto a causa de la escasa afluencia de público a las salas han dado finalmente al traste con la iniciativa.

Y como colofón de mis alegrías más recientes, leo hace unos días la noticia del ahogamiento económico del Teatre Micalet, una apuesta por el teatro en catalán que llevaba 15 años malviviendo a costa de la subculturalidad y la endogamia... eso sí: recibiendo cuantiosas subvenciones por parte de Teatres de la Generalitat, dirección general dependiente de la Conselleria de Cultura de la Generalitat. Una prueba más, por cierto, de cómo el PP valenciano subvenciona el catalanismo, y de cómo subvencionar a la subcultura catalanista es, al final, tirar el dinero de todos los valencianos a la basura.

Queda mucho camino por recorrer, mucha subvención por retirar, muchas mentiras por evidenciar, muchas manipulaciones por denunciar, muchas telarañas por limpiar, muchas actitudes por corregir... pero, en la espera porque el valencianismo político vuelva a recuperar peso específico en las instituciones, vamos observando como, a nivel sociológico, el castillo de naipes se va derrumbando por sí solo.

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